A todos nos gusta tomarnos el café o la infusión bien calientes cuando llegan los meses de frío. Igualmente, si estamos ya con el buen tiempo apetece mantener la bebida fresca el mayor tiempo posible. Nos gusta que el líquido ingerido siempre tenga la temperatura adecuada pero, ¿cómo funcionan las tazas y vasos térmicos personalizables que permiten conservar el frío y el calor?
La temperatura de una bebida en un recipiente de este tipo viene influida por tres fenómenos físicos: conducción (el contacto con dos cuerpos que están a diferente temperatura), radiación (el calor que se transmite por ondas electromagnéticas, es decir, cuando calentamos el recipiente en una cocina o en un microondas) y convección (la transferencia de calor entre fluidos).
Aunque estos recipientes térmicos han proliferado en los últimos años en nuestros puestos de trabajo y otros ámbitos de la vida. Lo cierto es que estamos ante un invento que ya tiene unos cuantos años, incluso podemos decir que tiene más de un siglo. Todo comenzó entre 1891 y 1892, cuando el físico y químico escocés James Dewar inventó el vaso de vacío. Inicialmente estaba pensado para almacenar gases licuados como, por ejemplo, el oxígeno líquido.
Así había nacido el vaso Dewar aunque pasaría a ser conocido más popularmente como termo. Al ser un recipiente que conservaba tan bien la temperatura (requisito clave para conservar adecuadamente los gases licuados). Pronto se vio su utilidad para guardar también otros líquidos y que conservaran bien el frío o el calor.
Como ha sucedido con tantos otros inventos, Dewar es el padre intelectual de la idea. Pero a quien se le ocurrió la idea de comercializarlo de manera masiva fue a Reinhold Burger, un soplador de vidrio profesional quien además tenía una empresa especializada en recipientes de cristal para fines científicos. En 1903, Burger patentó en Alemania el primer modelo de termo, más cercano a lo que conocemos.
La estructura y el funcionamiento de las tazas y vasos térmicos
Una vez acabada la lección de Historia y pasando a las cuestiones prácticas, estos envases suelen conseguir el citado aislamiento térmico gracias a sus dos paredes separada (entre las cuales no hay nada). Esta circunstancia influye en los fenómenos de conducción, radiación y convección que hemos explicado al principio del post.
Por ejemplo, al haber esta doble pared se evita la conducción. Es decir, que el líquido ya no se calentará o enfriará por tocar la pared del envase que está en contacto con el exterior. Así pues, una bebida caliente ya no se enfriará en invierno o un líquido fresquito no se calentará en los meses de verano.
La transmisión de temperatura por radiación y convección también quedan anuladas. La primera porque en el interior de los vasos y tazas térmicos van recubiertos con una pintura espejada. Esta característica hace que las ondas electromagnéticas reboten y no permanezcan en el interior. La convección tampoco tiene efecto debido al citado vació generado por las dos capas. De hecho, un recipiente termo solo puede perder calor por la boca de entrada y por el punto de unión entre los dos recipientes.
Además, entre esta doble capa hay varios tipos de aislamientos. Los tres más comunes son vacío, espuma y aire. El primero está considerado como el mejor método para conservar la temperatura gracias a la separación de sus dos paredes metálicas y el que más tiempo mantiene la temperatura (entre cuatro y dieciocho horas, y el calor siempre aguanta más que el frío).
El aislamiento con espuma añade esta materia entre las dos paredes lo que permite un rendimiento medio (y también se sitúa en esta categoría en cuanto a su coste) como el café, la temperatura aguanta tres horas.
Por último, el aislamiento por aire es la opción más económica. Hay aire entre ambas paredes y es útil si solo se quiere mantener la temperatura de la bebida durante trayectos cortos. Por ejemplo, son ideales para negocios tipo take away, donde esta duración menor es suficiente ya que el cliente no espera conservar el envase más allá del consumo del producto.
Todas estas características permiten que haya una taza o un vaso térmico personalizado ideal para cualquier situación o perfil de empresa. Ahora con la Navidad en el horizonte, esta practicidad los convierte en el regalo ideal para los integrantes del equipo de nuestra compañía o para clientes (ya sean consolidados o potenciales). Además, y como ya explicamos en el post sobre por qué comprar termos como regalo, son elementos que permiten una gran personalización: colores, espacio para logos y claims, formas originales… En definitiva, se trata de una buena vía para conseguir visibilidad de marca, una circunstancia que agradecerán los estrategas de branding.
3 recomendaciones rápidas sobre vasos térmicos personalizados
Nos gustaría saber vuestra experiencia con los vasos y tazas térmicas, ¿sabíais cómo funcionaban? ¿Los habéis utilizado en vuestra empresa? ¿Son productos corporativos o cada uno lleva la suya? Estaremos encantados de conocer cómo habéis empleado estos recipientes.